IMPORTANTE

Yo no soy la protagonista de la historia, tome el nombre de ella, no le di el nombre por mi. Además no soy la única autora, esta historia fue escrita en colaboración con mis dos grandes amigas Fama y Oro. Queda totalmente prohibida la copia o reproducción parcial o completa de esta sin el premiso explicito de alguna de las autoras.

viernes, 19 de junio de 2009

Capitulo 10

La noche había llegado y a Locesad. La tranquilidad reinaba en el imperio oscuro, solo se escuchaban pequeños susurros de los animalitos que empezaban a dormitar y alguno que otro que despertaba pues su vida era nocturna. Era una noche muy estrellada como todas en Locesad. A lo lejos se distinguía una suave luz en una pequeña cabaña hecha de madera y hojas grandes y verdes que cubrían el techo, algo se agitaba en dicho lugar…
-No puedo dormir…-La chica de cabellos oscuros no paraba de moverse en cama. Sentía una sensación de angustia, seña de que alo malo estaba ocurriendo, y sabía que su hermana sentía lo mismo, pues estaban conectadas de una forma muy especial.
-{Larizaide, Larizaide}- susurro en su interior, al no recibir respuesta se preocupó aún más. –{ De nuevo no puede escucharme}-.
Sus ojos negros se entornaron y los cerró resignada. Optó por levantarse de la cama, después de dar unas cuantas vueltas en ella e intentar relajarse. Estaba en eso cuando escuchó en su interior una voz.
-{¿Carizaide, hermana, me escuchas?}- Sus ojos brillaron y la sonrisa volvió a su preciosa cara. {¿Qué a pasado? ¿Por qué no hemos podido comunicarnos?}- respondió mentalmente Carizaide.
-{Escucha hermana}- pidió Larizaide –{No se lo que está pasando, estoy asustada , alguien me persigue y creo que estoy rodeada }- su voz no sonó temblorosa.
- {¿Qué puedo hacer?}- pensó entonces Carizaide, mirando alrededor de la habitación y examinando cada rincón, decidió coger la capa que estaba en una silla junto a la cama y salir al exterior –{¿Pero que estoy haciendo?}- se dijo mientras traspasaba la puerta –{¿Dónde voy a ir a estas horas?}- Respiro lentamente, e intento volver a hablar con su hermana, pero de nuevo no lo consiguió.
Observó la parcela en la que se encontraba su cabaña, un lugar con plantas y árboles que ella misma había hecho crecer años atrás, para poder vivir allí, puesto que en Locesad no había ni mucho menos tantas platas como en Amved, y ella las necesitaba para vivir.
-{ ¿Quizá los militum…?}- pensó –{No, no, demasiado lejos , no hay tiempo}- Levanto los ojos al cielo estrellado implorando ayuda –{¿Las Caces? Pero… ¿Cómo avisarlas?}- suspiro –{Quien este detrás de esto lo ha planeado todo muy bien … y me apostaría lo que fuese a que es Mayen}-
Volvió a moverse ágilmente y a mirar a su alrededor. Cerro la puerta de la cabaña, que aún estaba abierta. Asustada y muy preocupada comenzó su camino sin saber hacia donde iba.

Muy lejos de allí, en el imperio de Falud, todo seguía brillando en la oscuridad de la noche. Como las paredes de la cabaña en la que la Larizaide se estremecía, cuyos ojos grises emanaban lágrimas de preocupación. Su pelo rubio se recogía en dos coletas. La joven estaba de pie, en el centro de la habitación mirando la ventaba que había junto a la puerta, en al que veía aquella sombra de una persona alta y fuerte de musculatura desarrollada, un hombre, seguramente un guerrero, pero ¿Qué buscaba de ella?
La chica estaba muy asustada, pues hacía días que había observado que alguien la espiaba y la seguía, aunque había creído que era producto de su imaginación. Ahora se daba cuenta que era esa sombra, ese guerrero, el que la había seguido, que era esa la presencia que había notado, aunque ya era demasiado tarde.
Hacía días también que no había podido comunicarse bien con su hermana. Aquel guerrero había sido muy listo y lo había planeado todo, pues había perjudicado la comunicación entre ambas gemelas, así que Larizaide no había podido decirle a su gemela lo que la preocupaba. Es cierto, que desde hacía días las dos chicas no habían podido comunicarse correctamente, pero no le habían dado mucha importancia, pues pensaban que se debía al deterioro de Quarber por la llegada de Mayen. Las platas y los demás elementos naturales empequeñecían y desaparecían, y el planeta no tenía tanta vitalidad como la que tuvo en otros tiempos, por lo tanto las comunicaciones entre imperios disminuían lentamente aunque Larizaide y Carizaide aún hablaban de vez en cuando. La joven se sentó en el frío suelo de la habitación , le temblaba el labio inferior, pero aún se le escapo una pequeña sonrisa al mirar el cuadro que colgaba de la pared. En él aparecían las dos gemelas sonrientes, la morena y la rubias, totalmente iguales, y totalmente diferentes. Sus rostros, y sus formas eran las mismas, pero su pelo y ojos distintos, una de ellas , Carizaide, propia de Locesad la oscuridad, y Larizaide de Falud la luz, por algo eran las gemelas opuestas de Arbolem.
Larizaide aun recordaba como de niñas las separaron, cada una estaba destinada a vivir en un imperio distinto, criadas de distinta forma, su deseo había sido siempre el mismo, estar juntas. Y debido a su especial cualidad por muy lejos que estuvieran la una de la otras, siempre se había sentido muy cercanas, y habían podido hablar sólo con la mente y el corazón y habían podido tener comunicados a Locesad y a Falud. Y algunas veces se reunían en Amved y reían juntas y se olvidaban por un momento de los problemas que perturbaban la tranquilidad de Quarber.
De repente sonó la puerta, Larizaide salio de sus pensamientos y se levantó de un salto esperando que la puerta se abriera. No dijo palabra alguna, pues no tenía fuerzas para hablar.
La puerta fue abierta de un único golpe y la sombra que había visto por la ventana apareció ante ella, una sombra que había adoptado la forma de un guerrero fuerte, joven y de ojos azules, su cabello era rubio y una capa ( que probablemente había cubierto su cabeza) descansaba en su brazo. Vio entonces el brillante blanco de su cuello y supo entonces que no era un guerrero, era un asesino, un asesino de La Dama de la gemas, un Zanoc.
Dicho asesino cerró la puerta tras de sí y se acercó un poco hacia su victima que se había quedado paralizada de la impresión.
La chica temblaba por completo y no puedo evitar fijarse en la cara que tenia ante ella, su boca dibujaba una sonrisa, pero no una sonrisa tranquila ni una sonrisa normal, no, era una sonrisa malévola, irónica y perversa. Larizaide miro su expresión, su aspecto entero, su condición de asesino, y entonces tuvo la certeza de que aquel Zanoc la mataría.

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Quarber