Lágrimas
Hacía apenas un segundo que había nacido, húmeda y pequeña en aquel rinconcito. Arrastrada por la inercia se deslizo por las suaves colinas de sus pómulos hasta la depresión de los carnosos labios. Había soñado con pertenecer a un rió y morir en el mar, pero es que las lágrimas, aunque sean de agua salada, sin importar si nacen de la alegría, la risa, o la tristeza, están condenadas a perecer en la barbilla.
El plan perfecto
Hacía tiempo que rondaba mi cabeza, lenta y taciturna, como una pequeña tortuga se arrastraba por los rincones de mi mente, sacando y metiendo la cabecita, haciendo pequeñas intrusiones en mi consciencia y provocando que cada vez estuviera más cerca de llevar a cabo el plan perfecto: Dejar mi trabajo de secretaria y apoderarme del mundo.
Primera impresión
Sabía que me traería problemas desde el momento en el que me enamore de sus ojos celestes y su sonrisa de caramelo, pero aun así le permiti ir entrando en mi vida, deslizarse por la grietas de mi corazón, y las sabanas de mi cama, esas misma sobre las que ahora reposo, con los labios fríos y el pecho empapado en mi propia sangre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario